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viernes, 3 de enero de 2014

LA FIESTA DEL NIÑO EN NAVALAGAMELLA: MAYORDOMOS Y BAILARINES



Navalagamella es un bello pueblo de la Comunidad de Madrid, situado en la sierra oeste. Villa histórica que perteneció y aún hoy pertenece a la Comunidad de la Villa y Tierra de Segovia, y dentro de esta al Sexmo de Casarrubios, en la actualidad con cabecera en El Escorial.

El calendario festivo de Navalagamella es muy nutrido a la par que interesante, pues este pueblo madrileño conserva tradiciones y muestras de folklore que, a pesar de los nuevos tiempos, se mantienen gracias al cariño y al tesón que ponen sus vecinos para que no se pierdan. Entre esas fiestas encontramos la que hoy traigo hasta aquí, y que probablemente sea la que con más cariño celebran los “talegueros”: la Fiesta del Niño. He ido hasta Navalagamella a estudiar esta fiesta in situ, a hacer trabajo de campo, y vaya que si lo he hecho. He dado por mediación de Don Pedro, el párroco que nos ha tendido su mano desde el primer momento, con una persona que vive la fiesta muy de cerca y que sobre todo la respeta y la toma como seña de identidad de su pueblo. Se trata de Marisa, madre de uno de los “bailarines”, que nos ha abierto las puertas de su casa y las de su memoria, y nos ha descrito la fiesta paso a paso mostrándonos la indumentaria y los cantos tradicionales de esta antigua tradición.

La Fiesta del Niño en Navalagamella se pierde en la noche de los tiempos, no se conoce fecha exacta en que se comenzó a celebrar. Mi informante nos aporta un dato cronológico, refiriendo que según ha oído siempre por boca de su abuela, un tío suyo ya fue bailarín en el año 1928. Siempre se ha celebrado el 1 de enero, el Día del Niño, día en que hasta la segunda mitad del siglo XX, según el calendario de la Iglesia, se celebraba la Circuncisión del Señor. A esta festividad litúrgica se hace referencia en las coplillas que se cantan en Navalagamella la noche de la víspera y de las que hablaré más adelante. La fiesta tiene varias partes divididas en tres jornadas: el 31 de diciembre, el 1 y el 2 de enero.

El 31 de diciembre, muy de mañana, los quintos salen al monte a cortar leña para la hoguera que tras las campanadas se enciende en la plaza. Es costumbre que previo al encendido de la hoguera, el pueblo se reúna en torno al reloj de la plaza y tome las uvas. Tras ello se prende fuego a la hoguera y es cuando la Fiesta del Niño comienza oficialmente. Los bailarines ejecutarán la primera de las danzas a modo de ensayo general para el momento culminante, que tendrá lugar en la procesión del día siguiente. Antiguamente en esta noche, los bailarines y mayordomos recorrían las casas de las mozas casaderas que había en el pueblo para cantarles las tradicionales coplillas, era costumbre que a cada moza la cantase su pretendiente si éste formaba parte de los cuatro bailarines o los cuatro mayordomos. En la actualidad las coplillas se cantan en la plaza en torno a la hoguera, manteniendo viva así una joya del folklore de esta localidad. Las coplillas en su parte religiosa hablan del Nacimiento de Cristo, de la Circuncisión, de la Adoración de los Reyes… En su parte profana hablan del bollo, dulce que antiguamente preparaban las mujeres para entregarlo a los mayordomos y bailarines en la petición de aguinaldo, así como de las mozas a las que se iba a rondar. He tenido la gran suerte de poderlas escuchar por boca de mi informante, y de grabarlas. A continuación las reproduzco, y adjunto al final de la entrada un vídeo donde se pueden escuchar:

Para celebrar la Gloria
Del Mesías Soberano
Damos principio esta noche
Por ser víspera de año.
Entre cuatro mayordomos
Así nobles como honrados
Celebramos muy gustosos
Con alegría cantamos
Las penas y sentimientos
Que en el camino pasaron
La Soberana María
Y su Dulce Esposo amado.
Para llegar a Belén
Cinco días caminaron
Y por no encontrar posada
Se salieron del poblado.
En un humilde portal
Que al nulo estaba arruinado
Nació aquel Sol de Justicia
De frío todo temblando.
Los pechos que lo reclinan
Por haberlo sustentado
El primer día de Enero
Tratan de “circunciliarlo”.
Jesús le ponen por nombre
Por ser el más elevado
A los seis días siguientes
Tres Santos Reyes llegaron
Que venían del Oriente
Por una estrella guiados.
Mostrando pechos por tierra
Humildes se arrodillaron
Ofreciéndole sus dones
Su bendición alcanzaron
La del Reino de los Cielos
¡Que es la que más deseamos!
 
Aguardaros compañeros
Que en esta casa hay doncella
Un bollo tendrá que dar
Más blanco que la azucena
Masado con aguardiente,
Anís, azúcar y almendra.
Cuando nos le salga a dar
Aquí esta noble doncella
A hablar mal de su hermosura
No se atreverá mi lengua
Ni a decir cosa ninguna
Sólo al ver tanta belleza.
Quédate con Dios morena
Nos vamos a retirar
Que está la noche muy fría
Y es preciso descansar.

El día 1 de enero se celebra el “Día del Niño”, donde los mayordomos y los bailarines adquieren el máximo protagonismo. En este día visten la indumentaria tradicional de esta fiesta que consiste en un mantón de manila que llevan sobre los hombros, el gorro profusamente decorado con cintas y abalorios, y las 6 cintas de colores que guardan una curiosa peculiaridad, pues en este día los bailarines las llevan sueltas para que se muevan al compás de la danza, al contrario que los mayordomos que las llevan enrolladas en el gorro que depositan a los pies del Niño. El día 2 de enero será todo lo contrario: los mayordomos las llevarán sueltas y los bailarines recogidas en el gorro.

Antiguamente el cargo de mayordomos lo desempeñaban cuatro mozos que ya venían licenciados del servicio militar, y el cargo de bailarines cuatro mozos que próximamente se iban a tallar. Quien un año era bailarín luego pasaba a ser mayordomo al año siguiente. En la actualidad y desde hace ya unos años, según me comenta mi informante, al no existir el servicio militar, no todo el mundo está dispuesto a ser mayordomo o bailarín. Por ello desempeñan estos cargos un grupo de jóvenes del pueblo que no quieren por nada del mundo que se pierda esta bonita tradición. Hay mayordomos y bailarines que llevan ya varias décadas ostentando estos cargos, y hay jóvenes que aún están dispuestos a formar parte de la fiesta cogiendo el relevo a los anteriores, cosa muy importante y digna de agradecer, pues gracias a ellos se mantiene la celebración.

En este día mayordomos y bailarines se reúnen en la plaza del pueblo para dirigirse a la iglesia para la celebración de la Santa Misa. Van en todo momento acompañados por la gaita y el tambor. Al llegar al templo, los cuatro mayordomos son los primeros en entrar, y se dirigen hacia el lugar donde está el Niño Jesús. A sus plantas sobre las andas depositan los cuatro gorros que le escoltarán durante toda la procesión. A continuación entran los cuatro bailarines que llevan a cabo el mismo ritual, colocando esta vez los gorros sobre los de los mayordomos. Los bailarines no conocen la identidad del  mayordomo al que pertenece el gorro hasta el momento en que se disponen a portar las andas, cada uno en el lugar donde lo depositó. Mayordomos y bailarines irán en parejas según haya quedado la disposición de los gorros, y de esta manera cada mayordomo irá siempre emparejado con un bailarín. La costumbre de antaño era que durante los días 1 y 2 de enero, cada mayordomo debía invitar al bailarín con el que formaba pareja a comer en su casa con su familia.

Tras la Misa tiene lugar la procesión, el momento de mayor intensidad de la fiesta donde los cuatro bailarines ejecutan sus danzas al son de las castañuelas, siendo los cuatro mayordomos los encargados de portar las andas sobre las que va el Niño Jesús. Otra peculiaridad de esta celebración es la decoración de las andas, una tarea muy trabajosa para quienes la realizan pues se engalanan a base de papel de seda de colores al que dan forma de globo y con mantones. También se cuelgan de estas estructuras de papel 13 mandarinas que se repartirán entre la gente al finalizar la procesión, entregando un gajo a cada persona para que a nadie le falte el sustento a lo largo de todo el año que acaba de comenzar. La presencia de los números en esta fiesta es algo que me llama poderosamente la atención: 4 bailarines, 4 mayordomos, 6 cintas en el gorro, 13 mandarinas. Puede que no sea algo casual, pues por ejemplo las 13 mandarinas pueden tener el mismo significado que las arras de las bodas: cada una de las 12 para asegurar el sustento para cada mes del año, y la decimotercera para los pobres. Las 6 cintas podrían hacer referencia a la imperfección del hombre que fue creado por Dios al sexto día, lo humano frente a lo perfecto, frente a lo divino (en este caso el Niño). Los 4 bailarines y por otro lado los 4 mayordomos, pueden hacer referencia a los cuatro Evangelistas, o a la tierra, a los cuatro puntos cardinales, pues el cuatro es el número de la creación.

Durante la procesión los 4 bailarines ejecutan las danzas delante de la imagen del Niño al son de la típica canción que interpretan la gaita y el tambor. Se trata de una baile de adoración al Niño en que los bailarines llevan a cabo una serie de mudanzas basadas por lo general en movimientos que describen cruces. Todos llevan castañuelas. La procesión recorre las calles del pueblo volviendo de nuevo a la iglesia parroquial.

El día 2 de enero es conocido en Navalagamella como “Día del Bollo”. Se denomina así porque antiguamente las mujeres elaboraban bollos de manteca, que era el aguinaldo que entregaban a mayordomos y bailarines cuando iban casa por casa recorriendo el pueblo. Con lo que se recauda en este día en la petición de aguinaldo, se paga la gaita y el tambor, también parte fundamental de la fiesta. Desde antaño y también por costumbre, siempre han sido músicos del pueblo segoviano de Matabuena quienes han tocado en esta fiesta. Me comentan que en la actualidad los músicos son descendientes de los que se contrataba antiguamente.

Desde muy temprano comienza esta petición por todas las calles del pueblo, incluidas las fincas del término municipal. Los vecinos de Navalagamella antes de entregar el aguinaldo solicitan a los bailarines y a los mayordomos que hagan una muestra de sus danzas. En la actualidad el aguinaldo suele ser dinero en metálico, antiguamente la gente entregaba dulces, productos de la matanza… Una parte de la fiesta que ha desparecido es la presencia de los acompañantes de los bailarines y mayordomos. Se trataba de los jóvenes del pueblo que portaban el tradicional “saco” en el que recogían las viandas que los vecinos les entregaban. A la hora de comer los mayordomos invitaban a los bailarines a comer a sus casas como era costumbre, mientras que los acompañantes se quedaban en la plaza degustando lo recaudado en el “saco”.

En la actualidad al finalizar las jornadas del 1 y 2 de enero, por la tarde, se ofrece un baile en el que la dulzaina y el tambor interpretan diferentes piezas tradicionales que amenizan la fiesta.

Como vemos, se trata de una costumbre muy arraigada en el pueblo de Navalagamella, que cada año espera ilusionado la llegada de los primeros días de enero para celebrar esta fiesta de cargada de sentimientos y tradición. Pero lo mejor de todo es la presencia de personas que se muestran preocupadas por sus señas de identidad y que luchan para que no se pierdan. Agradezco de corazón la ayuda de Don Pedro, párroco de Navalagamella, que desde el primer instante descolgó el teléfono para contestar a mi llamada y me puso en contacto con Marisa, mi principal informante. Y cómo no, a ella, a Marisa, que nos abrió las puertas de su casa y nos contagió la emoción con que en este precioso pueblo se vive esta fiesta. Nos mostró la indumentaria tradicional, nos habló de la fiesta e incluso se atrevió a cantarnos las coplillas, según se recoge en el vídeo que adjunto. Gracias de corazón y enhorabuena por la labor que realizáis para con vuestras tradiciones.
 
 *Todos los textos, así como las imágenes y archivos de vídeo son propiedad del autor.

2 comentarios:

  1. Conozco la fiesta y animo a todos los chicos a que participen de ella mi hijo fue bailarin y luego mayordomo y estuvo encantado desde entonces siempre acompaña y anima a los chicos que haya ese año para el fue algo muy bueno y positivo y yo lo recuerdo con mucho cariño
    además hay que mantener las tradiciones y esta merece la pena

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  2. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Se trata de una tradición muy antigua y de gran valor, y tiene mucho mérito que los jóvenes apuesten por ella para evitar que se pierda.

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